dilluns, 16 de gener del 2012

Una Cuneta Para Fraga

Desde ayer por la noche, cuando Twitter empezó a rezumar los comentarios sobre la muerte de Manuel Fraga, he estado dando vueltas sobre su persona durante toda su vida política, y realmente es una lástima que haya perecido sin haberlo llevado ante la justicia.

Ahora que desde Argentina se levantaban las voces para investigar los crímenes del franquismo en el estado español, nos ha dejado aquél político que ha provocado la mayor mancha en la coherencia de la democracia post-franquista y ha difuminado aquello que hizo en su pasado político para que la sociedad lo considerara agua de borrajas. 

Las heridas siguen abiertas, cada vez más, y ésta muerte en cama sólo hace que agrandar la brecha entre los que parten de un continuismo de lo oscuro y aquellos que han intentado poner luz en lo más negro del siglo XX peninsular, cuyos esfuerzos han sido en vano por la subsiguiente ventisca institucional, que aunque haya apagado la efímera luz, ha dejado las brasas consumiéndose perpetuamente, agravando el problema.

En este país no interesa la reconciliación. Siempre ha sido más fácil la subordinación y nos hemos empachado de la frase "lo hecho hecho está". Y realmente, el estado español está en esta situación moral por lo alienante de sus actos. Nada de lo que se haya podido hacer, atentando contra las libertades y los derechos civiles, acarrea consecuencias para sus perpetradores. Y cada vez que se obvia el terror pasado, el dolor acaecido, las fosas olvidadas, las familias despojadas, las personas ultrajadas y la memoria humillada, la brecha crece y crece, pero parece no ser suficiente.

Con la Ley de la memoria histórica se dio un paso adelante, que de bien seguro se verá truncado por este nuevo gobierno desfavorable y abiertamente hostil.

Cuando me enteré que el ministerio de justicia había creado un mapa que simplificaba y acercaba la búsqueda de las fosas comunes a la gente de a pie, corrí a internet para buscar en él. Encontré un punto rojo en un pueblo llamado Santa Coloma de Queralt, y al día siguiente cuando fui a comer a casa de mis abuelos, se lo dije a mi abuela. "En el pueblo donde los amigos de tu padre dijeron que había muerto hay una fosa común". El color rojo del marcador indicaba que aún no había estado abierta, como 1.850 fosas más en toda España.

La alegría que se le reflejó en la cara ese día de saber que ahí se encontraba, y que estaba pendiente de abrirse la recordaré como un momento muy feliz. Pero el gobierno ha caído, y ahora que gobierna el PP, de bien seguro, no se abrirá ninguna más. Pondrán múltiples motivos; no hay suficiente dinero que se podría invertir en sanidad y educación, no hay que remover el pasado... Mi abuela tiene ya 78 años, y mi bisabuelo lleva en esa fosa desde 1938. Tengo asumido que mi abuela morirá sin haber podido enterrar a su padre, y no tengo la certeza de que el mío llegue a hacerlo.

Por eso hoy tengo un sentimiento agridulce. Por una parte pienso que ojalá haya sufrido en su enfermedad, porque algo de dolor habrá sentido por ello, no llegando ni a una ínfima parte de lo que sufrieron las víctimas de la mísera dictadura que él sostuvo y diluyó en una democracia con la muerte de su mentor. Por otra parte, siento la rabia de que haya muerto feliz porque no le han condenado por ello y porque ésta sociedad no ha sabido superar sus actos atroces.